Creo un espacio sin muchas pretensiones más que el de compartir y opinar acerca de lo que veo desde esta pequeña tierra del tereré, situado en el corazón de América del Sur. ¡Pulgares arriba!

domingo, 24 de febrero de 2013

Que no te cueste darte cuenta

Estamos a un paso de dar inicio al tercer mes del año. Me da la impresión de que los días ya no duran 24 horas ni las semanas 7 días. Sin embargo, la rapidez con la que pasa el tiempo me lleva a notar que cada vez falta menos para las Elecciones Generales en mi país.
Esta época suele traer consigo rasgos que son comunes acá y en cualquier parte del mundo. Figuras estetizadas presentes en carteles y gigantografías, promesas de cambio y renovación, discursos enérgicos, entrevistas en medios de comunicación, propuestas y proyectos que forman parte de un Plan de Gobierno, sólo por citar algunos. En realidad, los protagonistas en esta película no son los candidatos que pugnan por un cargo dentro de la coyuntura política, como a lo mejor podemos llegar a pensar. El personaje principal es el voto. ¿Sabemos de su significado? Proviene de la palabra en latín votum que significa "Prometer solemnemente". Más que una promesa, yo lo veo como un compromiso. Compromiso que viene inherente a la persona desde el momento que se lo considera como ciudadano: "Son electores los ciudadanos paraguayos radicados en el territorio nacional, sin distinción, que hayan cumplido diez y ocho años, sin más restricciones que las establecidas en esta Constitución y en la Ley."
Se habla de que no sólo es un derecho, sino también una obligación. ¿Por qué? Y por el sencillo hecho de que una persona no puede reclamar sobre una decisión en donde antes no se vio involucrada. La verdad es que a los que nos toca elegir constituimos una inmensa mayoría, pero cómo nos cuesta darnos cuenta de ello. Somos poseedores de una carta muy valiosa con la que muchos quieren y desean contar, pero sin embargo salen a flote los casos donde la gente los vende por Gs. 50.000 o Gs. 100.000, dinero que a lo mejor trae al hogar el pan para un día u alguna oxigenación económica momentánea, pero por detrás otro largo período de retroceso, de nada más que simplemente, lo mismo. Y no sé quién tiene la mayor cuota de culpa en esto, el que compra o el que vende, pero de seguro ambos están del mismo lado; del lado de los que no quieren ver crecer y progresar a la nación, de los que anteponen los intereses personales antes que los intereses y el bienestar de la mayoría, de los que favorecen a la inmadurez e ignorancia cívica.
Veamos más allá de lo que nos muestra el horizonte y no tengamos la vista corta. Es tiempo de que tomemos conciencia de lo que realmente implica acudir a las urnas el día de elecciones, de elegir con criterios, de comprometernos con el deber de hacer Patria. Que no te dé miedo mojar en un poco de tinta el dedo índice. Al fin y al cabo, si existe razón alguna para sentir lamentación, no debe ser por lo que se hizo, sino por lo que se dejó de hacer.

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